En el deseo por leer cuentos sobre mujeres escritos por mujeres, volvemos
a retomar lo conocido para revisarlo, compartirlo y comentarlo en nuestro blog,
recuperando así una de las tantas colecciones de Ángeles Mastretta: La historia
de la tía José Rivadeneira.
Tía
José, da a luz una niña “con los ojos grandes como dos luna”. Pero la niña
enferma gravemente, y ni la ciencia ni las oraciones consiguen sanarla.
Entonces, la madre, sin saber por qué lo hace, “se acercó a la niña y empezó a
contarle las historias de sus antepasadas. Quiénes habían sido, qué mujeres
tejieron sus vidas con qué hombres antes de que la boca y el ombligo de su hija
se anudaran a ella. De qué estaban hechas, cuántos trabajos habían pasado, qué
penas y jolgorios traía ella como herencia. Quiénes sembraron con intrepidez y
fantasías la vida que le tocaba prolongar”. Así se pasa muchos días, hasta que
consigue que la niña se aferre de nuevo a la vida. Y el relato termina así.
“Sólo ella (tía José) supo siempre que ninguna ciencia fue capaz de mover tanto
como la escondida en los ásperos y sutiles hallazgos de otras mujeres de ojos
grandes.
El relato pone a una mujer particular el centro mismo. El conjunto evoca
un personaje universal: La Mujer con mayúsculas, como principio necesario de la
continuidad de la vida, como energía que radica en el espíritu primario de la
complicidad y la comprensión de todos los misterios encerrados en la memoria
femenina.
La milagrosa curación de la “hija de ojos grandes” de la tía José Rivadeneira mediante los relatos de las historias de sus antepasadas, no sólo
remite a una valoración terapéutica de la palabra, sino a la consideración de
la vida de cada mujer como parte de una historia global en la que se
tejieron sus trabajos, sus penas y jolgorios, constituyéndose así la
herencia vital del imaginario femenino.
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