La obra poética del poeta argentino Oliverio Girondo se desenvuelve en una época de transformaciones artísticas y sociales. Incentivado por una intensa juventud viajera, su conocimiento de los distintos movimientos artísticos que conmocionan la Europa de posguerra le llevó a tener como único y supremo principio poético el espíritu experimentador.
Evidentemente, el tono descarado y el formato poético elegido, el poema en prosa, vinculan todavía a Girondo con la vanguardia. No obstante, el poeta comienza ahora a observar un mundo a medio camino entre la realidad y el sueño y un universo poético.
Girondo profundiza, también en Espantapájaros, en las posibilidades expresivas del lenguaje, sembrando su discurso en prosa de tropos, retazos poéticos y requiebros a la lógica.
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